Era un día de esos en los que sientes que todo va como la seda. Había quedado con Antonio, ese colega del instituto con el que he compartido risas y llantos, historias de aventuras y desventuras, y sí, ese Antonio que, para más señas, es chino. Estábamos en nuestra terraza favorita, bajo el sol radiante de una tarde primaveral, rememorando esos tiempos de juventud en el instituto. Justo cuando Antonio estaba a punto de contarme una de sus anécdotas de cómo vivía las diferencias culturales en España siendo chino, ¡zas!, el móvil me saca de mi nostalgia.

El timbrazo inoportuno

Miro la pantalla y veo un número desconocido. Bueno, por norma general, suelo ignorar estos números. Pero pensé: “¿Y si es algo importante?”. ¡Error! Contesté, y una voz de lo más entusiasta se presentó como Rafa. Empezó con halagos sobre mis habilidades de ventas, que si había oído maravillas de mí y blablablá…

Hasta que cayó la bomba: quería que fuera comercial de su nuevo y “revolucionario” producto. Pero aquí viene la guinda, ¡sin cobrar! Y no un día o dos para probar, ¡sino una semana entera!

Antonio, el salvavidas inesperado

Con cara de póker, miro a Antonio buscando una señal, algo, ¡un S.O.S.! Y él, con ese humor tan suyo, gesticula una risa contenida y murmura un “cuelga ya, tío”. Pero yo, por pura educación o masoquismo, sigo en la llamada.

La artimaña de las “oportunidades únicas”

Rafa prosigue con su discurso: “Es una gran oportunidad para ti, imagínate el reconocimiento, los contactos que harás”. En mi cabeza, un torrente de pensamientos: “¿Reconocimiento? ¿Contactos? ¡Quiero euros, Rafa!”. Pero ahí seguía, oyendo el rollo.

¿Por qué leches nos cuesta decir NO?

Después de colgar, con una risa nerviosa, me quedé pensando en la cantidad de veces que, por no saber decir ‘no', hemos acabado en situaciones surrealistas. ¿Es una cuestión cultural? ¿O es que simplemente nos da cosa rechazar a la gente? Antonio, con su perspectiva chino-española, siempre decía que en China eran más directos, pero aquí en España, por no herir susceptibilidades, nos metemos en cada berenjenal…

¿Sabías qué?

Casi la mitad de las personas han aceptado algún trabajillo gratis, pensando que les abriría puertas en el futuro. Y un 60% de esas personas admiten sentirse utilizadas después.

El debate eterno entre el sí y el no.

Tras el episodio telefónico, Antonio y yo entramos en un debate profundo sobre el valor del trabajo, la autoestima y el precio de las “oportunidades”. Él, desde su punto de vista oriental, me contó que en China el trabajo no remunerado era algo impensable, a menos que fuera para la familia o una causa benéfica. En España, sin embargo, parece que es más común de lo que pensamos.

¡Ojo al consejo! Truquillos para sortear esas “súper ofertas”

1. **Presta atención, pero mantente en guardia**: Escucha lo que te ofrecen, pero mantén tus antenas alerta.

2. **Valora tu tiempo y habilidades**: ¿Trabajarías gratis en cualquier otro escenario? Si la respuesta es no, entonces probablemente no deberías hacerlo ahora.

3. **Consulta con alguien de confianza**: A veces, necesitamos ese empujoncito externo, alguien que nos diga “Melón, ¡no lo hagas!”.

Las perlas de Antonio

Mientras saboreábamos nuestro café, Antonio lanzó una de esas perlas que tanto me gustan: “En la vida, hay que saber cuándo decir no, sin que te tiemble la voz”. Esa frase me recordó a nuestras clases de filosofía del instituto, donde debatíamos sobre el valor de la autenticidad y la integridad.

**Recuerdos del instituto y las primeras “oportunidades”**

Hablando de instituto, recordé mi primer “trabajillo”. Era vender pulseras hechas a mano. Una prima me propuso venderlas y repartir las ganancias. Pasados dos meses, había vendido como loco, pero las ganancias, ¿dónde estaban? Resulta que ella consideraba los materiales, el tiempo, los desplazamientos, ¡hasta el aire que respirábamos! Al final, me quedé con una ganancia simbólica y una gran lección.

La moraleja de nuestra tarde

Después de horas de conversación, risas y algún que otro chupito de licor café (acordándonos de Rafa y su “oportunidad”), llegamos a la conclusión de que cada “no” pronunciado es una afirmación de nuestro valor y autoestima. No es egoísmo, es autorespeto.

En conclusión

Finalmente, en este mar de reflexiones, debates y carcajadas, si hay algo que me llevo de esa tarde con Antonio (aparte de una ligera resaca) es que, en la vida, es esencial saber cuándo y cómo decir ‘no'. Porque cada vez que decimos ‘no' a algo que no nos conviene, estamos diciendo ‘sí' a nosotros mismos.

Gracias por llegar hasta aquí, por compartir conmigo este viaje de palabras, recuerdos y reflexiones. Como siempre digo: “No dejes que te vendan la moto, ¡a menos que venga con gasolina incluida!” ¡Hasta la próxima aventura! 😂🚀